lunes, 20 de junio de 2016

Confrontemos ideas, nunca corazones


He tardado muchos días en animarme a escribir; a lo largo de las semanas he visto con profunda tristeza cómo un decreto presidencial nos ha dividido como nación y como humanos.

Divide y vencerás... ¿Quién nos está dividiendo? ¿Con qué finalidad?

Vivimos en un país que tiene todo para ser una gran potencia mundial: riqueza histórica y cultural, gran y atractiva biodiversidad, campo, industria, amplias posibilidades de diversos tipos de turismo y habitantes con un gran corazón... Pero henos aquí, centrados en disputas por lo que nos divide y no en lo que nos urge y nos debería unir.

Creo que todos los seres humanos en este mundo merecemos respeto: ser tratados con dignidad y acceder a los servicios básicos, a la procuración de justicia, a una vida feliz y en paz. Me preocupa seriamente que unos u otros no podamos expresar nuestros puntos de vista. Bien lo dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 en su artículo 19: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión."
La preocupación fundamental con respecto a la reforma, de muchas familias en México, es que urgimos se respeten cuatro aspectos básicos:
*no seamos estigmatizados por la profesión de nuestra fe y todo lo que de ella deriva. Tenemos tanto derecho como todos de pensar y actuar conforme a nuestras convicciones.

*no se pierda de vista, de los programas sociales, educativos y de gobierno, la enorme riqueza que la familia aporta a nuestra nación, en los sectores económico, cultural, formativo. Dar la espalda a los derechos de las familias es dar la espalda al futuro de nuestra nación.

*el derecho a educar a nuestros hijos, en el respeto y amor al prójimo si, basados en la ciencia también, pero sin tener que renunciar a lo que nosotros consideremos lo mejor para ellos, respetando sus etapas de desarrollo.

*que en las leyes prevalezca SIEMPRE la protección al menor, reconociendo su necesidad de un padre y una madre que les amen y les cuiden, asegurándose de que en el sistema de justicia, educativo, de salud se buscará siempre proteger el desarrollo integral  de los niños basados en su dignidad y sus necesidades reales, no en temas de agenda, de necesidad de los adultos o de presiones internacionales.

Creo firmemente que todos, TODOS, tenemos cosas únicas y valiosas Que aportar al mundo y a nuestra nación: cada persona, grupo, etnia, religión, en sus características peculiares aporta genialidad, originalidad, creatividad, amor, tradición, riqueza a nuestra nación y hace grandes aportaciones a la humanidad en los diversos ámbitos que la conforman.

La realidad es que dudo que aquel decreto haya tenido como finalidad de fondo mejorar la vida de muchos mexicanos, pues de ser así, el Gobierno en turno habría implementado muchas otras acciones en materia de seguridad, transparencia, empleo, salud y educación. Me parece, muy a título personal, que buscaba captar la atención (y el posible voto) de un grupo social de cara a las elecciones que se avecinaban, pero ni así alcanzó, pues los temas que esta nación necesita con urgencia van mucho más allá y nos afectan a todos diariamente.

Acabamos de presenciar elecciones en 14 Estados de nuestra República: ya revisaste ¿quiénes serán tus representantes? ¿Cuál es su plan de acción? ¿Ya les hiciste llegar tus propuestas?

Te propongo algo: construyamos juntos. Sigue defendiendo aquello en lo que crees, pero sin ofensas ni desacreditaciones; buenos y malos hay en todos los frentes. Mejor urjamos a nuestras autoridades a investigar, tomar decisiones fundamentadas, buscar expertos en cada tema y velar siempre por el bien común.

Nosotros, como sociedad, trabajemos por construir, por proponer: si garantizamos que todos tengamos las condiciones mínimas de educación, salud, empleo, vivienda, bienestar, entonces estaremos logrando un cambio sustancial en nuestra nación, pues mientras tu y yo discutimos sobre temas ideológicos, el 46% de nuestros hermanos vive en pobreza y no puede escuchar ni tus argumentos ni los míos. La verdad dudo que les importen tus argumentos o los míos, cuando ellos están preocupados por qué comerán mañana.

Sigamos trabajando, sin descanso, pero busquemos también aquellos puntos que nos unen y que contribuirían a que nuestra nación sea más grande y todos amemos vivir en ella.

Ojalá llegue el día en el que con madurez podamos confrontar ideas, pero nunca corazones, pues somos hermanos en una nación que necesita de tu latido y del mío para llegar a ser aquello que siempre hemos soñado que sea.


Lic. Zita Herrador Hernández
zitaherrador@gmail.com
@ZitaHerrador

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