martes, 18 de julio de 2017

Si del Cielo te caen Limones...

El arte de usar el pasado como trampolín...

Por Zita Herrador

Me atrevo a decir que la mayoría de las personas tenemos traumas del pasado.

Algunos vivimos infancias complejas, ausencias paternas o maternas, pérdidas, maltrato o ausencia emocional, enfermedades, o quizá en una etapa más próxima vivimos decepciones amorosas, afectivas, laborales, dificultades académicas, trastornos de salud, y un largo etcétera, pues en esta vida de aprendizaje nadie está exento de tropiezos y caídas, o alguno que otro empujón.

Si embargo, en el CÓMO se afronta esta dificultad o conjunto de dificultades reside, en mi particular opinión, toda la diferencia. En un lado de la balanza tenemos personas que siguen ancladas al pasado y esa experiencia marca su vida actual: no pueden ser felices porque su papá se fue de casa hace 30 años, padecen gastritis porque alguien les decepcionó hace 5 años, no se perdonan algún error cometido hace un par de años y eso les tiene frustrados y enojados. En ningún momento podría juzgarles pues he estado ahí y sé a qué saben la decepción y el abandono, la culpa y el temor... pero están de acuerdo en que no es una forma sana de vivir. Te mantiene anclado a un pasado que ya no existe y te impide disfrutar el presente y el futuro debidamente, así que en proporción pierdes más actualmente de lo que perdiste antes: es como seguir abonando $100 semanales a una cuenta de $50 que dejaste ya pagada hace 10 años. Suena absurdo? Pues muchos seguimos renunciando a nuestro capital de felicidad actual por depositarlo en cuentas que quedaron pagadas, vencidas, y hasta olvidadas para muchos hace mucho tiempo. 

Del otro lado de la balanza hay personas que han enfrentado situaciones verdaderamente atroces y han sabido darles significado y encontrar La Paz e incluso la felicidad después de eso. Todo es un proceso, y seguro no les ha sido fácil, pero estamos de acuerdo en que esta segunda opción (avanzar) es mucho mejor y hasta más redituable que la primera (permanecer estancado). 

Así he visto personas crear fundaciones tras la pérdida de un familiar, empresarios volverse exitosos tras la más estrepitosa caída, personas re encauzar sus vidas tras haber sido presas de adicciones, gente intentando a diario romper los patrones de violencia o abuso a los que fueron sometidos en aras de tener una vida familiar sana y estable. 

Seguro que tú sabes de alguien que logró superponerse a alguna fuerte caída; tu caso no tiene por qué ser distinto, por lo que te propongo lo siguiente: 


  1. Identifica qué episodio de tu vida te mantiene anclado, frustrado, asustado, enojado. 
  2. Dale sentido: no es algo romántico, sino meramente funcional. Todo lo que nos sucede, TODO, nos deja una lección. El renombrado psiquiatra Víktor Frankl (padre de la Logoterapia y quien fuera prisionero en los campos de concentración nazis), decía que el hombre está siempre en busca de dar sentido a su vida: que lo que nos mueve no es el poder o el placer sino la necesidad de dar sentido a nuestra existencia. Entonces cabe preguntarse: para qué me sucedió esto? Qué lección deja en mi vida?
  3. Haz limonada: o sea, utiliza eso que te sucedió. Bien puede ser para beneficio tuyo y de tu familia inmediata: cambiar hábitos, costumbres, disfrutar más cada momento con ellos, aprender de los errores, etc. O, lo que muchas personas han hecho, ve más allá: si tú experiencia de aprendizaje sirve para ayudar a alguien más, hazlo! Muchos encuentran sentido y curación emocional al compartir sus experiencias con los demás, al ayudarles a evitar caer en los baches en que ellos cayeron, al evitarles los sufrimientos que ellos padecieron. El pánico escénico no es un obstáculo hoy en día: existen grupos de apoyo en donde se puede compartir lo vivido con total discreción, existen fundaciones que brindan charlas en algunas escuelas, las redes sociales nos brindan un efecto catártico y permite que nuestro mensaje llegue a los demás, incluso de forma anónima si así lo deseamos. Hay plataformas para subir vídeos, blogs, revistas digitales... son muchas las opciones para hacer llegar mensajes positivos o aleccionadores a la sociedad. 
  4. No tiene nada de malo pedir ayuda: a veces sentimos que las situaciones nos rebasan; en ese caso, hay muchos especialistas dispuestos a ayudarnos; existen psicólogos, psiquiatras, orientadores familiares, grupos de apoyo, ministros religiosos, incluso a veces lo único que necesitamos es un hombro en el cual desahogarnos y las amistades o familiares pueden ser de mucho apoyo. 
  5. Vive. Respira, perdona, perdónate, aprende y deja ir; si hoy abriste los ojos y estás respirando es porque aún tienes mucho que hacer y aportar en este mundo. "Recuerda que eres la respuesta del cielo a una necesidad de la tierra"


viernes, 7 de julio de 2017

La Ruptura y el Intento de Olvido en los Tiempos de las Redes Sociales.

Por Zita Herrador


Un corazón roto no ha sido nunca un tema de poca importancia en la vida de cualquiera, pero que encima de eso las redes sociales te lo recuerden a cada instante es aún peor (mucho, mucho peor).
              
Por suerte para los treintañeros, la adolescencia y principios de la juventud transcurrieron en una época en la que las redes sociales no eran el pan nuestro de cada día, por lo que no había que subir fotos o comentarios de lo que se comía, bebía, a dónde se viajaba, con quién se iba y mucho menos el estatus de la vida sentimental. Eso hacía que las alegrías y las penas fueran cosa personal  y del círculo inmediato, y quizá de alguno que otro curioso que deseaba enterarse de lo que había sucedido… y no más. De forma que la gente podía vivir sus procesos de manera medianamente sana (la locura añadida era cosa ya de cada quien…) y esperar superar los tropiezos, los corazones rotos y las metidas de pata en un plazo no tan largo.

Lo que veo hoy es bastante distinto; las redes tienen este efecto potencializador de todo lo que nos sucede: ideas, pensamiento, éxitos, fracasos, comidas, bebidas, viajes, compañías. Pero eso ya lo sabíamos, por lo que estos aspectos no son lo que nos atañe hoy; lo que ha ocupado mi mente en las últimas semanas es cómo las redes sociales pueden afectar ahora la capacidad de superar procesos, como el duelo tras una ruptura.

Ahondemos en materia: andas con alguien, subes fotos de todos y cada uno de los momentos con él o ella, con su familia, su perro, su gato; los viajes, las canciones, los días que lo amas, los días que discuten, los aniversarios… hasta que un buen día la “magia se esfuma” y terminan. Lo que sigue es lo usual: llanto, cuestionamientos, negación, enojo… y ahí se hace una pausa interminable.
               
El duelo queda en pausa porque hoy estamos tan conectados que si eres usuario habitual de las redes sociales (Facebook, Instagram al menos) resulta que el “objeto de olvido” y tú tienen 200 amigos en común, se siguen, te aparecen todas sus publicaciones, etc. En el mejor de los casos, pasarán unos días de silencio virtual, pero eventualmente la actividad vuelve a comenzar y empiezas a ver fotos de sus salidas, sus nuevos amigos, sus viajes…resulta que para la otra persona la vida sigue y no siempre como a ti te gustaría. Si logras armarte de valor, dejarás de seguirle, quitarás el estatus de “en una relación con…”pero aún quedarán escollos por superar: tienen amigos en común que sin duda lo etiquetarán, estarás tentad@ a espiarle mediante terceros, o tus amigas te harán “el favor” de mantenerte al tanto y mostrarte cómo le va. Si para colmo de males ha iniciado una nueva relación recorrerás mil veces tooodas las nuevas fotos, no podrás evitar la tentación de compararte, de criticar a la persona en turno; y los “recuerdos” de Facebook poco ayudan a superar duelos, porque a veces en estos casos, esos recordatorios de publicaciones antiguas son ganchos al hígado que nos traen al presente algo que añoramos y ya no está más… y así podrás pasar MESES estancado en un periodo interminable del duelo, que se ha convertido para ese entonces en una forma poco sana de sobrevivir y que te impedirá vivir las siguientes etapas y lograr superar la ruptura para dar pie a nuevas oportunidades.
               
Te tengo dos noticias: 

La más obvia es que si sigues así, difícilmente podrás superarlo. Estarás atad@ de forma emocional a una relación que ya no existe más que en el recuerdo, pero a ti te mantiene estancad@ porque para ti sigue presente “realmente” pues le sigues viendo casi a diario y pendiente de cada aspecto de su vida que logras ver mediante alguna publicación.
               
La segunda es que, por tu salud mental y si lo que quieres es reconstruir tu vida y estar feliz, necesitas poner un alto a esa situación, por lo que te sugiero lo siguiente:
-Deja de seguir sus publicaciones (si…hoy mismo).

-Si ver las publicaciones de sus amigos te hace demasiado daño, también deja de seguirlos. No importa lo que piensen o digan.

Tu salud mental está primero.


Por Zita Herrador

@ZitaHerrador