El arte de usar el pasado como trampolín...
Por Zita Herrador
Me atrevo a decir que la mayoría de las personas tenemos traumas del pasado.
Algunos vivimos infancias complejas, ausencias paternas o maternas, pérdidas, maltrato o ausencia emocional, enfermedades, o quizá en una etapa más próxima vivimos decepciones amorosas, afectivas, laborales, dificultades académicas, trastornos de salud, y un largo etcétera, pues en esta vida de aprendizaje nadie está exento de tropiezos y caídas, o alguno que otro empujón.
Si embargo, en el CÓMO se afronta esta dificultad o conjunto de dificultades reside, en mi particular opinión, toda la diferencia. En un lado de la balanza tenemos personas que siguen ancladas al pasado y esa experiencia marca su vida actual: no pueden ser felices porque su papá se fue de casa hace 30 años, padecen gastritis porque alguien les decepcionó hace 5 años, no se perdonan algún error cometido hace un par de años y eso les tiene frustrados y enojados. En ningún momento podría juzgarles pues he estado ahí y sé a qué saben la decepción y el abandono, la culpa y el temor... pero están de acuerdo en que no es una forma sana de vivir. Te mantiene anclado a un pasado que ya no existe y te impide disfrutar el presente y el futuro debidamente, así que en proporción pierdes más actualmente de lo que perdiste antes: es como seguir abonando $100 semanales a una cuenta de $50 que dejaste ya pagada hace 10 años. Suena absurdo? Pues muchos seguimos renunciando a nuestro capital de felicidad actual por depositarlo en cuentas que quedaron pagadas, vencidas, y hasta olvidadas para muchos hace mucho tiempo.
Del otro lado de la balanza hay personas que han enfrentado situaciones verdaderamente atroces y han sabido darles significado y encontrar La Paz e incluso la felicidad después de eso. Todo es un proceso, y seguro no les ha sido fácil, pero estamos de acuerdo en que esta segunda opción (avanzar) es mucho mejor y hasta más redituable que la primera (permanecer estancado).
Así he visto personas crear fundaciones tras la pérdida de un familiar, empresarios volverse exitosos tras la más estrepitosa caída, personas re encauzar sus vidas tras haber sido presas de adicciones, gente intentando a diario romper los patrones de violencia o abuso a los que fueron sometidos en aras de tener una vida familiar sana y estable.
Seguro que tú sabes de alguien que logró superponerse a alguna fuerte caída; tu caso no tiene por qué ser distinto, por lo que te propongo lo siguiente:
- Identifica qué episodio de tu vida te mantiene anclado, frustrado, asustado, enojado.
- Dale sentido: no es algo romántico, sino meramente funcional. Todo lo que nos sucede, TODO, nos deja una lección. El renombrado psiquiatra Víktor Frankl (padre de la Logoterapia y quien fuera prisionero en los campos de concentración nazis), decía que el hombre está siempre en busca de dar sentido a su vida: que lo que nos mueve no es el poder o el placer sino la necesidad de dar sentido a nuestra existencia. Entonces cabe preguntarse: para qué me sucedió esto? Qué lección deja en mi vida?
- Haz limonada: o sea, utiliza eso que te sucedió. Bien puede ser para beneficio tuyo y de tu familia inmediata: cambiar hábitos, costumbres, disfrutar más cada momento con ellos, aprender de los errores, etc. O, lo que muchas personas han hecho, ve más allá: si tú experiencia de aprendizaje sirve para ayudar a alguien más, hazlo! Muchos encuentran sentido y curación emocional al compartir sus experiencias con los demás, al ayudarles a evitar caer en los baches en que ellos cayeron, al evitarles los sufrimientos que ellos padecieron. El pánico escénico no es un obstáculo hoy en día: existen grupos de apoyo en donde se puede compartir lo vivido con total discreción, existen fundaciones que brindan charlas en algunas escuelas, las redes sociales nos brindan un efecto catártico y permite que nuestro mensaje llegue a los demás, incluso de forma anónima si así lo deseamos. Hay plataformas para subir vídeos, blogs, revistas digitales... son muchas las opciones para hacer llegar mensajes positivos o aleccionadores a la sociedad.
- No tiene nada de malo pedir ayuda: a veces sentimos que las situaciones nos rebasan; en ese caso, hay muchos especialistas dispuestos a ayudarnos; existen psicólogos, psiquiatras, orientadores familiares, grupos de apoyo, ministros religiosos, incluso a veces lo único que necesitamos es un hombro en el cual desahogarnos y las amistades o familiares pueden ser de mucho apoyo.
- Vive. Respira, perdona, perdónate, aprende y deja ir; si hoy abriste los ojos y estás respirando es porque aún tienes mucho que hacer y aportar en este mundo. "Recuerda que eres la respuesta del cielo a una necesidad de la tierra"