Un corazón roto no ha sido nunca un tema de poca importancia en la vida de cualquiera, pero que encima de eso las redes sociales te lo recuerden a cada instante es aún peor (mucho, mucho peor).
Por
suerte para los treintañeros, la adolescencia y principios de la juventud
transcurrieron en una época en la que las redes sociales no eran el pan nuestro
de cada día, por lo que no había que subir fotos o comentarios de lo que se
comía, bebía, a dónde se viajaba, con quién se iba y mucho menos el estatus de
la vida sentimental. Eso hacía que las alegrías y las penas fueran cosa
personal y del círculo inmediato, y
quizá de alguno que otro curioso que deseaba enterarse de lo que había sucedido…
y no más. De forma que la gente podía vivir sus procesos de manera medianamente
sana (la locura añadida era cosa ya de cada quien…) y esperar superar los
tropiezos, los corazones rotos y las metidas de pata en un plazo no tan largo.
Lo
que veo hoy es bastante distinto; las redes tienen este efecto potencializador
de todo lo que nos sucede: ideas, pensamiento, éxitos, fracasos, comidas,
bebidas, viajes, compañías. Pero eso ya lo sabíamos, por lo que estos aspectos no
son lo que nos atañe hoy; lo que ha ocupado mi mente en las últimas semanas es
cómo las redes sociales pueden afectar ahora la capacidad de superar procesos,
como el duelo tras una ruptura.
Ahondemos
en materia: andas con alguien, subes fotos de todos y cada uno de los momentos
con él o ella, con su familia, su perro, su gato; los viajes, las canciones,
los días que lo amas, los días que discuten, los aniversarios… hasta que un
buen día la “magia se esfuma” y terminan. Lo que sigue es lo usual: llanto,
cuestionamientos, negación, enojo… y ahí se hace una pausa interminable.
El
duelo queda en pausa porque hoy estamos tan conectados que si eres usuario
habitual de las redes sociales (Facebook, Instagram al menos) resulta que el
“objeto de olvido” y tú tienen 200 amigos en común, se siguen, te aparecen
todas sus publicaciones, etc. En el mejor de los casos, pasarán unos días de
silencio virtual, pero eventualmente la actividad vuelve a comenzar y empiezas
a ver fotos de sus salidas, sus nuevos amigos, sus viajes…resulta que para la
otra persona la vida sigue y no siempre como a ti te gustaría. Si logras
armarte de valor, dejarás de seguirle, quitarás el estatus de “en una relación
con…”pero aún quedarán escollos por superar: tienen amigos en común que sin
duda lo etiquetarán, estarás tentad@ a espiarle mediante terceros, o tus amigas
te harán “el favor” de mantenerte al tanto y mostrarte cómo le va. Si para
colmo de males ha iniciado una nueva relación recorrerás mil veces tooodas las
nuevas fotos, no podrás evitar la tentación de compararte, de criticar a la
persona en turno; y los “recuerdos” de Facebook poco ayudan a superar duelos,
porque a veces en estos casos, esos recordatorios de publicaciones antiguas son
ganchos al hígado que nos traen al presente algo que añoramos y ya no está más…
y así podrás pasar MESES estancado en un periodo interminable del duelo, que se
ha convertido para ese entonces en una forma poco sana de sobrevivir y que te
impedirá vivir las siguientes etapas y lograr superar la ruptura para dar pie a
nuevas oportunidades.
Te
tengo dos noticias:
La más obvia es que si sigues así, difícilmente podrás
superarlo. Estarás atad@ de forma emocional a una relación que ya no existe más
que en el recuerdo, pero a ti te mantiene estancad@ porque para ti sigue
presente “realmente” pues le sigues viendo casi a diario y pendiente de cada
aspecto de su vida que logras ver mediante alguna publicación.
La
segunda es que, por tu salud mental y si lo que quieres es reconstruir tu vida
y estar feliz, necesitas poner un alto a esa situación, por lo que te sugiero
lo siguiente:
-Deja de seguir sus publicaciones (si…hoy mismo).
-Si ver las publicaciones de sus amigos te hace
demasiado daño, también deja de seguirlos. No importa lo que piensen o digan.
Tu salud mental está primero.
Por Zita Herrador
@ZitaHerrador
Tu salud mental está primero.
Por Zita Herrador
@ZitaHerrador
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