Por Zita Herrador
Ojalá el tema del conflicto materno fuera solo social: es
jurídico y político, sin medir los alcances que muchas de estas políticas -o la
falta de ellas- tienen para el amplio sector femenino, especialmente el
materno, que al igual que muchos otros grupos es un sector vulnerable y merece
toda la atención y protección social y legal.
Así que, en este tenor de ideas, me tomo la libertad de enumerar
algunos problemas que muchas mexicanas, madres de familia, vivimos o hemos
visto a alguna otra mamá padecer de cerca:
-Lo que
tenemos en el vientre NO es un "conjunto de células sin derechos": es
un ser humano desde su concepción y merecemos (¡¡¡necesitamos!!!) hijo y madre
ser cuidados por todas las vías culturales, sociales, laborales y jurídicas
desde la etapa inicial de La gestación.
Quien dude que lo que se lleva en el
vientre es una persona distinta a la madre, por favor, búsquese un buen médico
que le explique cuestiones básicas de biología y genética. Si no lo encontrara,
con gusto le proporcionamos vídeos que lo explican a detalle o puedo prestarles
el ultrasonido de mi bebé que en la semana 8 de gestación ya movía brazos y
piernas con la agilidad de un buen acto circense.
-Los
servicios públicos de salud para la atención del embarazo son terroríficos:
instalaciones deplorables, personal rebasado en su capacidad de atención,
desabasto de medicamentos y de materiales básicos para la revisión gestacional,
exceso de burocracia y dificultades para acceder a envíos, incapacidades. Esto
claro no es culpa del cuerpo médico sino de un sistema con muchos lastres y del
cual todos somos víctima (todos menos muchos gobernantes y políticos que muy
seguramente jamás han tenido que hacer fila en urgencias del IMSS para que les
atiendan o al menos les tramiten alguna incapacidad laboral).
Atender
el embarazo mediante el sector privado no es tampoco cosa fácil ni mucho menos
económica, y muchas familias hacen el esfuerzo de costearlo con tal de obtener
una atención más higiénica, pronta y eficiente. No es justo, en ninguno de
ambos casos.
-Faltan
información y servicios básicos para atender urgencias obstétricas y perinatales, y si
vives en algún poblado rural o serrano... ya mejor ni explicamos. Además, en el
caso de enfermedad de hijos menores de edad, solo algunas instituciones de
salud otorgan licencias por "cuidados maternos", obviamente solo a la
madre y sólo aplica en algunos trabajos a fin de justificar la ausencia
laboral. Si el hijo amanece enfermo y la madre prefiere y puede llevarlo a un
servicio de atención particular -por la agilidad que esto implica-, el permiso
en el trabajo quedará a expensas de la buena voluntad del jefe. ¿Dónde queda
entonces el derecho de buscar y elegir la atención médica que uno considere más
adecuada para los suyos, con todo lo que esto implica?
-Urgen
políticas públicas que mejoren el nivel de vida de todos los mexicanos,
especialmente de las madres gestantes: en Chile lograron reducir drásticamente
los índices de mortandad materna mejorando las condiciones de higiene y
salubridad de los hogares, capacitando a las embarazadas en temas de salud
preventiva y detección oportuna de emergencias y mejorando la atención en las
clínicas. Es una falacia aseverar que despenalizar el aborto reduce
dramáticamente los índices de muerte materna; ellos decidieron, en un orden
lógico de ideas, priorizar y atender las causas del otro 95% de casos que
ocasionaban los decesos de las gestantes...
¿no podríamos hacer lo mismo en
México...?
¿Priorizar en base a las necesidades reales y apremiantes del grueso
de la población materna?
Porque quienes hemos dado a luz, o quienes lo han
vivido con nosotros, sabemos que atender esto URGE.
(La maternidad en mi país,
parte 2)
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